jueves, 6 de octubre de 2011

El niño que me tiraba de la barba

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-. Para el tratamiento del lumbago, amigo mío, cuando menos se han de contemplar 3 grandes apartados, a cuál más importante: 
1/ un reposo relativo, evitando esfuerzos... 
2/ el uso de calor seco sobre la zona, con una cadencia de 15 o 20 minutos cada 3 o 4 horas... y...
3/ el tratamiento farmacológico que ahora mismo le comento...

-. Ya, doctor, pero me resulta dificilísimo cumplir con el reposo, teniendo a éste... -intentó señalar a su hijo que en esos momentos se....
-. Niño! No hagas eso!!!!! -el muchacho estaba estampando el sello del CIAS contra la pared de la consulta- Quieres hacerme el favor de traer ese sello?
-. Dany, escucha al doctor! 

Mientras matizaba los aspectos del tratamiento farmacológico con el padre, Daniel se había enfundado la sábana cubre camillas como si del disfraz de John Rambo se tratase... Comenzó a arrastrar la camilla hasta el centro de la consulta, con intención de morir con las botas puestas en alguna de las mil y una batallas que se disponía a librar mientras -su padre y yo- departíamos...
-. Daniel, deja esa camilla y ven aquí!!!- dije un tanto autoritariamente, motivo por el que quizá conseguí que accediese a escucharme y acudiese a mi lado.

Muy pocos segundos después, resultaba de prever, el motor de su actividad reclamó nuevo combustible que Daniel quiso repostar sin dilación: comenzó a encontrar divertido el tirarme de la barba. Afortunadamente no fueron tirones muy intensos, resultaban soportables y sobre todo: lo mantenían entretenido permitiéndome un cierto control sobre el niño y de la situación, por lo que opté por dejar mis barbas puestas, a remojar, mientras concluía con las instrucciones, las prescripciones y la consulta.



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