domingo, 22 de enero de 2012

XXXXXXL

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En las ultimas semanas se han sucedido una serie de noticias que han vuelto a poner el dedo en la llaga que supone el sempiterno dilema, el que nos planteamos acerca de si "¡el tamaño importa?"...

Desde aquel paisano de Pontevedra, el que por Reyes quiso regalarse un alargador de pene y recibió, por correspondencia, una preciosa lupa con la que -efectivamente- conseguiría aumentar el tamaño de su miembro viril, aunque de una forma que en modo alguno debía parecerse a lo que el cliente perseguía... 

Los telediarios llevan semanas hablándonos de las prótesis francesas PIP las cuales, al haber sido fabricadas con silicona industrial, constituyen hoy un calvario para quienes no estaban satisfechas con el tamaño de sus mamas, para quienes se las implantaron y para los gobiernos que permitieron su comercialización, sin los adecuados controles.

En lo relacionado con los atributos sexuales el tamaño siempre parece habernos importado sobremanera. Hasta hace relativamente poco tiempo, anteriormente al advenimiento de los aparatos e intervenciones que hemos venido mencionando, las soluciones venían del lado de la lencería-corsetería: existían prendas para recoger, otras para disimular, incluso algunas, las más recientes, para realzar volúmenes... 


En este sentido os invito a asomaros al escaparate de la Corsetería La Latina, abierta desde 1.925 en el número 49 de la madrileña calle de Toledo, no muy lejos de la Plaza Mayor o del Mercado de la Cebada... En el libro Guinness de los Récords figura que el sujetador más grande jamás vendido (una pieza de 2,5 metros), lo fue en esta corsetería especializada en grandes, en enormes tallas.




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