jueves, 13 de marzo de 2014

Un ERE que trajo Cola




Fue en estos días, allá por el año 1886, en la farmacia Jacobs de Atlanta, propiedad del Sr. Pemberton, que se pusieron a la venta las primeras botellas de Coca-Cola, un acontecimiento que tiene cabida en el Parte de Confirmacion porque, no debemos olvidarlo, empezaron vendiéndose como un remedio supuestamente efectivo contra las molestias estomacales.

Y no les fue tan mal, a tenor del siguiente cotejo de cifras: de las 9 botellas de media diaria de aquél año, la empresa ha pasado a vender, según el último cómputo, la friolera de 45.000 refrescos por segundo.




La botella de Coca Cola que conocemos actualmente es, con toda probabilidad, uno de los iconos comerciales más ampliamente reconocidos por todo el mundo... Y está a punto de cumplir 100 años: porque fue en 1915, con ocasión de un concurso de embotelladores y con el fin de crear el que habría de ser envase único de la marca, que el actual diseño nació de la creatividad de Alexander Samuelson.

En una historia de tantos éxitos, en la que tanta gente se ha dejado empeño, esfuerzos, sudores... y en la que no existe una sombra de duda respecto de un halagüeño porvenir, no se entiende la necesidad de tanto ERE, más allá de lo que acaba justificándolos con harta frecuencia: el intento de explotar más al desvalido y el aún menos loable de conseguir que los que ya son ricos lo sean un poco más...



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