sábado, 27 de febrero de 2016

Refrescando orígenes




Es curiosidad, aunque casi nos resulte lógica, el que las bebidas que hoy tomamos más habitualmente comenzasen postulándose como remedios farmacológicos...

Ya lo comentábamos en un post anterior: fue por el año 1886, en la farmacia Jacobs de Atlanta, propiedad del Sr. Pemberton, que se pusieron a la venta las primeras botellas de Coca-Cola, que empezaron ofreciéndose como un remedio supuestamente efectivo contra las molestias estomacales. No les fue tan mal, a tenor del siguiente cotejo de cifras: de las 9 botellas de media diaria de aquél año, la empresa ha pasado a vender, según el último cómputo, la friolera de 45.000 refrescos por segundo.

Otro de los refrigerios más populares, de cuántos se venden hoy en día, presume también de un origen medicamentoso; nos referimos a la tónica, de la que recordamos los inicios: la malaria ostenta la deshonrosa consideración de ser la enfermedad infecciosa que más muertes ha causado, a lo largo de toda la historia de la humanidad... En aquél entonces, en la India controlada por el Imperio Británico había mucha malaria, por lo que los ingleses tomaban quinina para prevenirla. Pero la amargura de la quinina es considerable, así que se les ocurrió atenuar tan mal sabor a rayos mezclándola con agua carbonatada y azúcar.

El señor Johan Jacob Schweppe tomó nota de esta idea y comenzó a fabricar lo que sería el "agua tónica". Los ingleses además, tan aficionados a la ginebra, acabaron probando el maridaje del que vería la luz nuestro famoso gin-tonic.

En este sentido el té, por citar algún ejemplo más, empezó siendo también, antes de la popularidad que alcanzaría como bebida social (primero) o como refresco (después), postulándose cual remedio para no pocos males...


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