martes, 6 de septiembre de 2016

Una elección tan libre como rápida



Uno de los cometidos que me fijé cuando comencé a escribir El Parte de Confirmación fue el de desgranar el día a día de nuestro trabajo, denunciando las situaciones que estimase mejorables o compartiendo aquellas otras que pudieran resultar instructivas o simplemente divertidas...

Fue un día de esta semana... Acababa de terminar mi consulta aunque mi compañera, cuyo despacho se encuentra a continuación del mío, aún tenía 4 pacientes por ver...

Uno de esos pacientes, que quizá no lo fuese tanto, bajó hasta la UNAD (Unidad Administrativa) solicitando un cambio de médico... El motivo: por haber visto que en el despacho de al lado (el mío) ya no quedaba nadie, con lo que -de esta forma- se ahorraba un tiempo de espera...

Cuando hubo de decir el nombre del médico para el que solicitaba el cambio dijo textualmente un "el que tiene la puerta abierta", que después y lógicamente hubo de matizar.

Cosas como esta ocurren a diario en nuestros Centros de Salud, lugares a los que algunos se empeñan en acudir a buscar "soluciones express", adaptadas a las exigencias de sus prisas, siendo capaces de rebajar la consideración hacia el médico hasta el gesto de desdeñar cuanta experiencia se hubiera podido acumular a lo largo y ancho de todas las entrevistas anteriores... Y todo: por el plato de lentejas que supone evitar unos minutos de espera.

Desde mi humilde consideración las consultas médicas NO SON, NO DEBEN SER, NI tampoco PARECERSE a la sección de cajas de un supermercado*, en la que te colocas en una u otra cola en función del menor número de clientes en espera.

Los cambios de médico no deberían ser inmediatos... En ese sentido cabe recordar que en algunos países de nuestro entorno la libertad de elección es una realidad posible, aunque restringida en el abuso y hacia el buen uso... En Francia, por citar algún ejemplo, la posibilidad se limita a un solo cambio anual, lo que garantiza que no será caprichoso, sino reflexivo y maduro, como cabe esperar de estas cosas.


*Con todo el respeto que me merecen las cajeras y los cajeros de los supermercados, por supuesto.



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